Estamos hartos de ver en la tele ganar al Real Madrid muchos partidos en los que apenas tiene ocasiones, en los que el rival es mejor, pero en los que al final, una jugada aislada, a balón parado o una genialidad, decanta el partido.
A nosotros nos ha pasado eso hoy. El rival fue superior en la primera parte, hasta el punto de merecer haberse ido al descanso con un par de goles a su favor, y sin embargo, en la única llegada nuestra, prácticamente, marcamos. Otra vez la estrategia, que este año nos está dando muchos frutos.
Con el 0-1, Jiménez fue valiente, sí valiente, para quitar a Luís Fabiano por Duscher hay que ser valiente. Yo mismo me eché las manos a la cabeza. Pero el cambio fue crucial, porque ellos nos habían ganado la partida en el centro del campo y con la salida del argentino por un desafortunado Luís Fabiano, el partido cambió.
El Sevilla desde entonces igualó las fuerzas con el equipo alemán y la calidad decidió.
1-3 y para casa.
Con esto, tenemos un pie en octavos, pero es interesante seguir ganando, para llenar la huchaca y seguir aumentando nuestro prestigio en Europa. Un prestigo que es difícil de mantener, y si no, que se lo pregunten al actual campeón.
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