Al regresar hoy lunes a Sevilla me he encontrado con muchas noticias. Una de ellas, de mucha importancia, la marcha de Maresca al fútbol griego.
Maresca no me caía bien como persona. A ver, no lo conozco personalmente y para que un jugador te caiga bien o mal sólo tienes para juzgarlo los comentarios que hace en sala de prensa y sus gestos en el campo. Pero todo eso queda hoy atrás, porque en el momento de su marcha sólo quiero acordarme que fue el héroe de Eindhoven.
Todos los sevillistas, los que estuvimos en el Phillip Stadium y los que no, saben los que les digo.
Recuerdo que ganábamos 1-0 y yo estaba cada vez más nervioso. Quería disfrutar de la victoria no sólo al acabar el partido, sino durante el mismo, pero no podía. La diferncia era corta y los ingleses podían marcar en cualquier jugada tonta por muy controlado que tuviéramos el partido. Mi padre me decía que marcaríamos el segundo antes del minuto 80 y casi cuando éste iba a llegar, apareció Maresca en el área pequeña para marcar el gol que nos daba la tranquilidad, la felicidad absoluta. ¡Cuántas veces habré escuchado el gol cantado por Alvarado!. ¿Cuántas veces lo he visto!. Sigo emocionándome cada vez.
Siempre pensé que parte de los títulos conseguido llegaron por saber competir, y en eso, los italianos son los mejores. Puede ser una casualidad, pero nuestros títulos volvieron tras 60 años de sequía cuando hubo un italiano en nuestras filas.
Por eso hoy, que me enterado de su marcha, sólo quiero tener en la cabeza los momentos buenos y desearle suerte allá dónde vaya.
Suerte y gracias Enzo.
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