Hoy tenía que haber sido una noche de ensueño. Hoy teníamos que estar todos los sevillistas locos de alegría, haciendo cábalas sobre quién queríamos en cuartos. Que si un inglés para ir de viaje a Londres, que si mejor el Lyon, que si uno más endeble...
Bienaventurados los que no esperan nada, porque nunca serán defraudados. Pero nosotros sí esperábamos. Esperábamos porque habíamos hecho un equipo para estar en cuartos, al menos, con el rival que nos había tocado en octavos.
Esperábamos porque traíamos un buen resultado. Esperábamos porque la vuelta era en casa.
Y cuanto más esperas, más decepción sientes cuando ves caer a tu equipo otra vez, ante un rival infinatamente inferior.
Lo siento Manolo, tu crédito conmigo se ha acabado. Es verdad que yo nunca te he defendido, pero he estado, equivocádamente, dándote el crédito que te ganabas con los resultados. Pero es una gran mentira, y yo, que odio el resultadismo, tenía que haber despertado antes.
Es una mentira porque llevamos dos años salvándonos por la capacidad goleadora de dos jugadores. Sin esquema de juego, sin orden, sin una dirección en el centro. Nos hemos ido salvando gracias a que éramos un equipo fuerte atrás que rentabilizaba sus ocasiones. Pero hasta la fuerza atrás hemos perdido.
Cualquiera nos gana en nuestro campo, cualquiera. Este Sevilla FC, Manolo, no es el Sevilla FC que heredaste, aunque lo hicieras en el peor momento anímico de la historia. Sinceramente, creo que después de la primera temporada (la que empezaste cuando el traidor se fue), deberías de haberte ido. Hemos perdido la oportunidad de ser un Grande, la hemos perdido, desgraciadamente por ti.
Y sólo con escucharte hoy, después del partido, tenemos el ejemplo más grande.
Lola Flores, en la boda de su hija, gritaba "si me queréis..dirse"...pues eso te grito yo..."si tanto quieres a tu Sevilla, vete".
Gran palo el que nos hemos llevado hoy. Me va a costar superarlo. Y me va a costar porque he visto todo el partido a un equipo incapaz de hacer nada, incapaz de llegar a la portería contraria si no al patadón. Porque he visto a un entranador cobarde, cuya única forma de ganar los partidos es aguantar bien arropaditos y esperar que suene la flauta.
Entramos tocados en el último tramo de la temporada, el más importante. La Champions no se puede escapar, y va a costar sudor y sangre.
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