lunes, 21 de marzo de 2016

Otra de las suyas

A nadie se le escapa las importantísimas bajas que llevábamos para el partido de ayer. Sin ir más lejos, a parte de uno de los mediocentros titulares en la última fase de la temporada, Nzonzi, los tres titulares de la línea de mediapunta, Vitolo, Banega y Dheli y el primer suplente, Konoplyanka.

Pero de ahí a salir a Madrid, con un equipo ultradefensivo, con cuatro laterales en las bandas, uno de ellos Diogo, que no está para nada, va un mundo. Es tirar el partido antes de bajarse del autobús.

Y habrá quién diga que el equipo tuvo sus opciones. Pero las tuvo porque Sergio Rico (que no es santo de mi devoción) estuvo inmenso, porque el Madrid no estuvo acertado (fallando igual que nosotros un penalti) y porque el árbitro se equivocó en la señalización de fuera de juego en el gol anulado al Madrid (también en el nuestro). Si en pleno vendaval de juego merengue, el segundo gol sube al marcador, el partido podría haber acabado en una goleada histórica.

Pero lo anuló y después pitó un penalti claro, pero de esos que nunca le pitan al Madrid en su casa y si hubiéramos marcado el empate el partido hubiera podido cambiar nuevamente). Por cierto, que Keilor Navas se adelanta de forma exagerada antes de que pite el árbitro, por lo que la pena máxima debía haberse repetido (pero es mucho pedir jugando en el Bernabéu).

Así que de pasar de una posible goleada (merecida por las ocasiones que tuvo) al empate, no pasó nada y nos fuimos vivos al descanso, pero perdiendo.

En la segunda volvió a pasar algo parecido. Primero se inventa un penalti para compensar el de la primera parte, que Ronaldo manda a las nubes y después anula un gol legal a Gameiro. Igual que si marca Ronaldo, el partido se hubiera acabado, como se acabó cuando marcó el segundo. Si no anula el gol del francés, con un 1-1, quizás hubiera habido otro partido.

Pero al final, se impuso la lógica y el partido acabó como todos pensábamos que iba a acabar cuando vimos la alineación de Emery. Goleada madridista.

Como agüita de mayo estamos esperando todos el parón por la selección, a ver si recuperamos efectivos y encaramos un final de temporada más que apasionante, para el papel que estamos haciendo en liga.

martes, 15 de marzo de 2016

Primer match ball en liga

El pasado domingo nos jugábamos nuestro primer match ball de la temporada en liga.
Y lo hacíamos con dos sensaciones totalmente opuestas. Por un lado, con la seguridad que nos da ganarlo todo en casa desde hace muchos meses y por otro, con la cabeza en los últimos partidos disputados lejos del Sánchez -Pizjuán, en especial los de Getafe y Basilea, donde hicimos un fútbol paupérrimo.

Pero está claro que hay dos Sevilla totalmente distintos en función de donde juegue, si fuera o dentro (algún día el entrenador tendrá que explicar el porqué).

El partido fue espectacular. Digno de cuarto y quinto de la liga española o incluso de algunos puestos más.

Partidos como éste en los que hay alternancia en el marcador, donde sufres, donde peleas, donde hay fútbol y donde al final ganas, son los que provocan una comunión tal entre grada y equipo que lo hacen imparable.

En la parte negativa están las bajas. A la ya conocida de Vitolo, hay que unir la del llamado a sustituirle estos partidos y que marcó un golazo, Konoplyanka, y de Nzonzi, un jugador que pese a las críticas recibidas medía temporada, se está haciendo con un hueco en el equipo.

Final apasionante de temporada, con la mente puesta en la final a disputar en mayo ante el FC Barcelona, pero vivo en las otras dos competiciones.

En Europe League, pendientes de disputar la vuelta de los octavos de final, con un resultado incómodo para jugar en casa, pero ante un rival inferior y con la grada enloquecida. Lo lógico, aunque en el fútbol se impone precisamente lo contrario en muchas ocasiones, es que pasemos a cuartos de final.

Y en liga, a 5 puntos de nuestro objetivo, con gol-average a favor, habiendo remontado 6 puntos en tres jornada.

Por tanto, apasionante final de temporada, en el que todo pasa porque no haya las lesiones de los dos jugadores más determinantes para mí, Gameiro (sobre todo)  y Banega