miércoles, 11 de mayo de 2016

10 años ya

Creo que me enamoré de ella en aquella noche del Paok de Salónica.

Contaba yo con unos 8 ó 9 años y aunque ya era socio del Sevilla FC y acompañaba a mi padre a los partidos de los domingos, esa noche me dejo en casa. Es muy tarde, hay cole mañana, lo normal.

Escuché el partido acostado en mi litera con el viejo transistor de mi padre. Cómo ha cambiado la vida. Pero hay cosas que no cambian. Al son de Sánchez Araujo, me enamoré de esa competición.

Desde entonces soñaba una otra vez con ganarla alguna vez. ¿La ganaremos mamá?. Pero si ni siquiera la jugábamos, no todos los años, sino con frecuencia.

La jugamos algunos años, que siempre caímos en las primeras eliminatorias y así hasta que aquel día camino del Sánchez Pizjuán y 24 años después de aquella noche, en aquella litera, le dije a mi padre: papá, la final es en Eindhoven, si la jugamos vamos a ir a verla. Serían octavos de final.

Mi padre me miró de esa forma que sólo miran los padres, como si todavía fuera ese niño que para ellos nunca he dejado de serlo pese a mis 42 años. Y sonrió.

Hace hoy 10 años volvíamos en avión del día más espectacular de nuestras vidas. No se me olvidará jamás lo que viví ese día.

Sí, aquel 10 de mayo de 2006 cambió nuestras vidas. La mía, la de mi madre, la tuya que me estás leyendo.

Y nació además una relación de amor que nos lleva 10 años después a estar a una semana de jugar nuestra quinta final y poder hacerte nuestra para siempre.

Será esta vez en Basilea. No podré acompañarte en el camino de vuelta a tu casa, pero estaré aquí esperándote con los brazos abiertos.

Quién nos lo iba a decir aquel 10 de mayo.

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