Uno de esos, como otros muchos, será la noche de hoy, la noche en que en Champions remontamos un 0-3 a descanso ante todo un Liverpool.
Que el equipo tenía calidad, lo sabíamos. Pero quedaba por demostrar si tenía alma, si tenía lo que dice nuestro himno, casta y coraje.
Porque la calidad es necesaria para triunfar, pero no suficiente y desde que empezó la temporada, este equipo había adolecido de casta y coraje.
Ayer, cuando algunos, no muchos, sevillistas arrojaban la toalla y se temían lo peor ante un rival que te ganaba en velocidad, concentración y fuerza física y que estaba pasando por encima sin prácticamente despeinarse, salió el Sevilla de las grandes noches, ése capaz de ganarle a cualquiera, ése que nunca se rinde, ése que los rivales saben que o lo matas o renace de sus cenizas te mata él a ti.
Hemos recuperado el prestigio en otra noche mágica en Nervión. Es el momento de demostrarle a España y Europa de lo que somos capaces.
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