Después de año y medio sin asistir a un partido por culpa de esta maldita pandemia, por fin el pasado martes pude volver a mi casa.
Y aparte de la ilusión de volver a oler a césped, sentarme junto a mi padre y ver que prácticamente todos los que estaban antes, siguen, el debut fue penoso.
Enfrente el típico rival flojito de Champions, ése que tampoco haría nada importante en la Europe League y que por supuesto, menos en la liga en española.
Ése al que hay que ganar sí o sí porque luego se te pueden complicar las cosas antes el campeón francés del año pasado o el líder de la liga alemana, aunque no sean PSG ni Bayern.
Pero el Sevilla tuvo ese partido tonto que se tiene todos los años. Porque esperemos que sea uno, si son más así, estaríamos hablando de otra cosa.
Está claro que no es normal que te piten tres penaltis en casa en la primera parte y te expulsen un jugador al comienzo de la segunda, por mucho que individualmente fueran correctas. Pero el culpable de que pasaran esas cosas fue el propio Sevilla, no el árbitro.
Motivos: Varios.
* Jugadores fuera de forma que el entrenador se empeña en poner de titulares: Suso, Jordán, Navas..
* Jugadores en sitios que no rinde: Papu.
* Suplentes que deberían tener camiseta de titular: Lamela, Delaney
* Un entrenador que no supo gestionar el partido.
Queda mucho, es cierto. Y si después de todo el espectáculo que vimos no se perdió y encima el otro partido del grupo acabó en empate, podemos respirar tranquilos.
Pero el equipo tiene que cambiar de cara cuanto antes. El año pasado no se escapó el sueño de la liga en Bilbao como dice mucha gente, se escapó en los primeros partidos de liga, que pinchamos en algún partido y el Atleti consiguió una ventaja que fue inalcanzable.
Por eso, vamos a ponernos las pilas pronto. Lamela, Delaney y Montiel a jugar. Papu a su sitio. Y tranquilidad, los resultados vendrán.
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