jueves, 30 de octubre de 2008

Vamos a tranquilizarnos, hombre

Vamos a ver, la derrota de ayer escuece, como escoció la derrota ante el Málaga. Uno por la cercanía física que provoca cierta rivalidad regional (aparte de cortar con una racha increíble) y la de ayer por tratarse de un equipo de Segunda B.
Pero no por eso podemos rasgarnos las vestiduras. Para mí, el equipo es el mismo que hace justamente seis días y tiene las mismas aspiraciones que hace seis días. Hace seis días, parecía un equipo invencible pero no lo éramos y tampoco ahora nos va a ganar cualquiera.
La derrota en copa ocurre por varios factores y no precisamente por las razones que algunos ¿sevillistas? dejan caer por ahí en los portales de internet, programas de radio, etc. Lo de poner la palabra sevillistas entre signos de interrogación es porque realmente desconozco si los mensajes son enviado por sevillistas o por gente que se hace pasar por tal.
La derrota en copa viene porque:
  • En la copa siempre pasan cosas así. Los equipos pequeños, sobretodo en su casa son capaces de morir en el campo por conseguir una victoria, sobre un equipo grande que normalmente está desmotivado por la poca entidad del rival y porque, por mucho que no queramos asumirlo, la copa es la competición que menos interesa a los jugadores. Esa diferencia de motivación ha provocado eliminaciones sorprendentes de equipos grandes, que eran de mayor número cuando se jugaban estas eliminatorias a partido único en casa del rival más débil. Sólo hay que mirar en la historia de la competición o los resultados de ayer, donde un Poli Ejido, también de Segunda B, machacó a todo un Villarreal por 5-0. Qué dirían todos los que hoy y ayer gritaron "espantoso ridículo", "crisis gorda", "petardazo", etc. si el Sevilla FC hubiera quedado como el Villarreal. Afortunadamente, el resultado que tenemos es superable, teniendo en cuenta la diferencia de calidad que hay entre ambos equipos, por mucha ilusión que le puedan poner en la visita al Ramón Sánchez Pizjuán.
  • Y pasa porque el equipo está bajo mínimos. Las lesiones, las entradas en el equipo titular sin recuperación total, la acumulación de minutos en jugadores que necesitan descanso (todo el mundo no es como Alves o Navas, capaces de jugar todos los partidos de la temporada, y aún así, descansan a veces). Esto unido a lo otro, provoca que los partidos salgan mal.
  • Y que hay partidos que salen mal, por lo que sea, porque el rival lo prepara mejor, porque al rival le sale el partido de su vida o porque tú no das ni una a derechas. Si no fuera así, el resultado de cada partido se obtendría automáticamente por la calidad supuesta y medible de los jugadores (por ejemplo por lo que cobran o lo que valen). Pero no, los partidos hay que jugarlos y cuando juegas un partido puedes ganar, empatar o perder, aunque tengas más probabilidades de alguna de ellas.

Así que no nos volvamos locos y vamos a tener paciencia, que ni antes íbamos a ganar la liga (o sí, quien sabe) ni ahora vamos a entrar en una crisis que nos lleve al descalabro.

Ahora lo que hay que hacer es tener paciencia y esperar que se nos vayan recuperando efectivos para el mes de diciembre que es donde realmente nos vamos a jugar lo importante y por supuesto, la Ponferradina, se volverá a León eliminada, y espero que sin apuros.

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