domingo, 24 de agosto de 2008

Los chicos de oro

Corría el año 1983, yo tenía 10 años y en niñez sólo había sitio para el fútbol, cuando me senté en el salón de mi casa porque mi padre estaba viendo un partido de baloncesto. Era un Rusia-España, semifinales de un Eurobasket, y nos enfrentábamos a un equipo "invencible" en el que jugaban jugadores enormes como Tatchenko. España ganó y pasó a la final. Descubrí el baloncesto aquel día, junto con los Epi, Corbalán, Romay y Fernando Martín. Unos días después vi con mi padre la final frente a Italia, que perdimos. Recuerdo ahora, con ternura, las tonterías que decíamos por desconocer las reglas de un deporte que era nuevo para nosotros. A los tiros de personal les llamábamos penaltis y cuando tiraba Romay nos enfadábamos porque fallaba y decíamos que el entrenador era tonto porque le dejaba tirar a él en vez de al 10 que las metía todas, que gracia. A los años siguiente llegaron los JJ.OO. de Los Ángeles de 1984. Fueron mis primeros juegos olímpicos, los primeros de los que tengo recuerdos. El gran vencedor de aquellos juegos fue el impresionante Karl Lewis, con sus cuatro oros, pero hubo algo que cambió mi vida deportiva y fue la selección española de baloncesto. Durante los días que duraron los JJ.OO me levanté de madrugada para verlos jugar y poco a poco me fui enamorando de este deporte. Los Beirán (del que no recuerdo nada), José Luís Llorente, Fernando Arcega, Margall, Andrés Jiménez, Fernando Romay, Fernando Martín (q.p.d.), Corbalán, Solozábal, De la Cruz, Iturriaga y Epi, consiguieron ilusionarme y hacerme feliz por sentirme ganador de algo. Han pasado 24 años desde entonces. El niño de 11 años que soñó durante muchas noches con ser campeón olímpico, tiene hoy 35 años. Entre tanto, durante tres años jugé al baloncesto de forma "profesional", tanto en mi colegio de toda la vida, el C.N. Pablo VI (hoy C.P.) y luego en el colegio Altaid, donde pasé mis mejores años como jugador de baloncesto, junto a muchos chicos de los que hoy, sólo tengo el recuerdo de sus caras y de algún otro nombre (Flor, Horacio, Eduardo, ..) Y a nivel aficionado muchas desilusiones, contínuas eliminaciones en cuartos, siempre un triple que no entraba, que se salía, un fallo en la última jugada, hasta que llegaron los Juniors de Oro. Ellos, ya un poco más mayorcitos, han sido capaces de ganar un mundial y ser dos veces subcampeones de Europa, antes de plantarse en otra final olímpica ante EE.UU. Pero esta vez ha sido distinto. Un equipo americano tan bueno o quizás mejor, que el que nos vapuleó en el 84 ha tenido que sufrir para doblegar a los españoles. Un equipo americano que ha tenido que defender hasta la extenuación, que ha tenido que tener un índice de acierto superior a lo normal y un equipo americano que se ha visto beneficiado por los permisivos árbitros europeos que han mirado para otro lado cuando una y otra vez, han hecho pasos. Son pequeños detalles que al final han provocado que ganaran los americanos, sí, mejores, no lo dudo, pero no siempre ganan los mejores, los más fuertes. No entiendo por qué se les permite participar en torneos mundiales si ellos en su torneo local tienen unas reglas distintas a nosotros (tiempos de 12 minutos, línea de tres a siete metros, etc.). Da igual, cuando un equipo lo da todo como lo ha hecho el nuestro, cuando un equipo juega el mejor partido de su historia, de la historia del baloncesto español, la plata es una victoria. Enhorabuena Chicos de Oro (Gasol, Rudy, Riky, Navarro, Calderón, Reyes, Jiménez, Raúl, Berni, Marc, Mumbrú y Garbajosa).

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