A estas hora volvía a casa nervioso, pendiente de qué decía la radio sobre el reparto de entradas para la final.
Unos meses antes, le había dicho a mi padre, más o menos en el mismo lugar, en la explanada de Gol Sur, pero en dirección al estadio, que íbamos a ir a Eindhoven a ver la final.
Sólo un rato antes, había vivido, lo que hasta ese momento era el mejor día de mi vida como sevillista. Atras quedaban aquellos "tu nunca has visto una final", "las finales del Sevilla FC son en blanco y negro".
Cuántos sentimientos. Alguien dijo en la radio que estaban asegurados hasta un determinado número, mi padre ya tenía su entrada. La mía tardó llegar, no la aseguré hasta el viernes anterior a la final, gracias a mi amigo Eduardo, que me la cedió ante su imposibilidad de asistir.
Y toda esa felicidad se consiguió con el Gol, con el gol que nos cambió la vida.
Aún recuerdo la angustia del 0-0. No había ni siquiera un vencedor a los puntos y todo mi cuerpo estaba en tensión. De pronto Navas se internó por su banda y cuando pasó la pelota en cuestión de segundos pasé de la desilusión de lo que creía un mal pase a Renato a escuchar los gritos de mi padre, "Mira Puerta...mira Puerta" decía. Entonces lo vi, antes no lo había visto llegar, y vi como la empalmaba y como 45.000 almas la empujamos hacia la red.
Antonio nos cambió la vida con aquel zurdazo. Un zurdazo del que hoy se cumplen cinco años. Estés dónde estés, lo estarás celebrando con miles de sevillistas.
1 comentario:
grandes recuerdo, gandes emociones amigo,y el recuerdo inborrable de un chaval al cual debemos mucho, mucho mas de lo que le estamos tributando
un abrazo
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