No puedo evitarlo. Cada vez que jugamos una final, y van ocho, sin contar que dos han sido a partido doble, recuerdo aquel amigo bético que me decía: "sí, vale, tenéis más palmarés, pero tú no sabes lo que es jugar una final".
Cuánto ha llovido desde entonces. Ocho finales nos alumbran. Una en juego, con una ventaja de 3-1, seis ganadas y sólo una perdida, la tristemente recordada por la muerte días antes de nuestro querido Antonio.
Llevamos una ventaja de 3-1, pero enfrente tenemos al mejor equipo del mundo (o eso dice todo el mundo, porque para mí siempre lo ha sido mi Sevilla FC), formado por el mejor jugador del mundo, Messi, muchos de los jugadores españoles campeones en el último mundial de fútbol y otra serie de jugadores de gran nivel como los ex-sevillistas Dani Alves, Keita o Adriano.
Partiendo de la base que ante el Barcelona cualquier resultado puede ser corto y que puede que ni siquiera dependa de nosotros mismos lo que pase en la final, me da mucha rabia sentir las sensación de inseguridad que siento. Y siento esta inseguridad porque no sé qué Sevilla nos vamos a encontrar. Si nos encontramos al Sevilla de la primera parte ante el Barcelona, desarbolado por el Barça B con algunos refuerzos o al Sevilla de la segunda parte de Braga, superado por un equipo infinatemente inferior a nosotros, entonces lo tendremos más que complicado. Si por el contrario, nos encontramos al Sevilla que pasó por encima del Barcelona en la segunda parte del partido de ida o que superó fácilmente al Braga en la primera parte jugada en tierras lusas, entonces tendremos muchas posibilidades de llevarnos la copa.
Lo único que saco en conclusión de esas cuatro partes jugadas por el Sevilla es que siempre que Cigarini estuvo en el campo, el Sevilla parecía más peligroso, más letal. Espero que físicamente esté para jugar de titular y que nuestro entrenador le dé la oportunidad.
Pero juegue quien juegue, espero que seamos capaces de conseguir el undécimo título para nuestras vitrinas. Parece mentira, pero hace unos años sabía perfectamente que habíamos ganado una liga y tres copas. Ahora tengo que pensarlo, a ver, una liga, cinco copas, dos uefas, una supercopa de Europa y ¿dos? supercopas de España.
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