La verdad es que no sé qué decir.
A mí Míchel como jugador, si nos referimos exclusivamente al apartado futbolístico, era un jugador que me gustaba. Me gustaba cómo jugaba, como subía la banda y centraba, su visión de gol y su disparo a puerta. Evidentemente fue un jugador de calidad contrastada, no un crack, pero sí un gran jugador, quizás el escalón justo anterior a ser un crack mundial.
Pero toda esa clase quedaba empañada y ensombrecida por el carácter chuflero del muchacho, chulesco y todos los adjetivos negativos que se te puedan ocurrir.
Desgraciadamente cuando pensamos en Míchel siempre nos acordamos de dos cosas, su golazo fantasma a Brasil en el mundial de México y el toqueteo a Valderrama en sus partes nobles en un R. Madrid-Valladolid, mientras se colocaban para un saque de esquina.
Y como técnico, poco. En Primera División sólo ha entrenado al Getafe y con ese curriculum yo creo que no es suficiente para entrenar al Sevilla FC y menos en una situación delicada.
Y dicha mi disconformidad con el fichaje, sólo me queda desearle suerte y que triunfe totalmente en esta nueva etapa, porque si triunfa él será porque el Sevilla FC consigue su objetivo, que no es otro que clasificarse, como mínimo, para la Europe Cup.
Lo único bueno, que esa inquina que nos tienen los medios de comunicación madrileños se frenará un poco, ya que se trata de uno de los niños bonitos del madridismo, hecho que habrá tenido en cuenta nuestro presidente al ficharlo.
La primera prueba de toque, San Sebastián.
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