Antes del primer partido de los octavos final, último partido del año, estábamos en plena racha de derrotas, creo que la peor de nuestra historia. Parecía que el equipo había entrado en barrena, porque ni por juego ni por resultados, daba la sensación de que el equipo fuera capaz de salir de esta situación.
Y si embargo, a partir de ese partido la situación ha cambiado radicalmente, y ya son 4 partidos consecutivos los que llevamos ganando. Dos partidos de copa ante el Málaga, saldados con un 8-3 a nuestro favor y dos partidos de liga, victoria en casa 1-0 al Osasuna y 2-3 en San Sebastián.
Y lo mejor es que parece que empezamos a jugar a algo. Salvo errores infantiles en defensa, el equipo parece que defiende con más intensidad y los contrarios prácticamente no nos hacen ocasiones. Y encima en ataque estamos muy finos, con un Kanouté espléndido.
La sonrisa vuelve a asomar en nuestros rostros y empezamos a creer poco a poco en nuestras posibilidades.
Todavía el objetivo liguero está muy lejos, pero no podemos pensar en él hasta el jueves, porque el miércoles tenemos que seguir defendiendo la Copa del Rey ante el Villarreal. Un Villarreal que pese a haber caído 4-2 en Madrid, creo que está en un buen momento de forma y va a ser muy duro. Eso sí, nos servirá también de termómetro para ver hasta dónde podemos llegar.
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