La primera y principal es que el equipo no jugó a nada. Faltó a la cita de ayer un invitado importante, nuestro estilo. Cierto es que el año pasado pasó lo mismo contra este equipo, un equipo que viene sólo a destruir y a perder tiempo, cuyo objetivo es el 0-0 y que en dos acciones aisladas se encontró con la victoria. Pero no es menos cierto que el equipo acusó una falta de estilo y de juego preocupante.
La segunda razón es la mala suerte que nos persigue. No es normal que en cada partido los contrarios marquen en cada ocasión. Goles además de difícil ejecución pero que siempre acaban en la red. En un partido puede ocurrir, pero no en todos como está ocurriendo.
La tercera, y sin que sirva de excusa, los pésimos arbitrajes que estamos sufriendo. Unos arbitrajes que pasan desapercibidos ante el público en general porque no hay excesivas jugadas complicadas y llamativas, pero que van minando, con continuas faltas en contra, cortes continuos del juego y permitiendo, impasible, las pérdidas reiteradas de tiempo.
Todo ello en su conjunto provocó que volviéramos a caer en casa y que quizás, haya que empezar a replantearnos los objetivos de este año.
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