jueves, 1 de marzo de 2007

Carta a El Desmarque

Ayer viví uno de los días más tristes futbolísticamente hablando de mis 33 años de vida. La imagen de Juande Ramos retirado en camilla, sin saber si su vida corría peligro, creo que me ha dejado marcado para el resto de mi vida. Hoy estoy escuchando muchísimas cosas. Algunas reconfortantes tanto por periodistas como de aficionados verdiblancos. También he escuchado otros comentarios deprimentes. Lo que pasó ayer en Heliópolis es consecuencia directa de la sociedad en la que vivimos, una sociedad agresiva, violenta, descontenta. Desgraciadamente hay muchas personas irracionales, demasiadas en este mundo y en una masa de 45.000 se esconden muchos. Esto es imposible de controlar. Es imposible de controlar que uno, dos, cincuenta energúmenos arrojen objetos al terreno de juego, es imposible. Pero esto que pasó ayer sólo se diferencia de lo que ocurre cada domingo en todos o casi todos los estadios de fútbol por el acierto de un lanzador. Así que pido a los periodistas nacionales que no sean tan irresponsables y tan poco profesionales de engrandecer lo que ha pasado y obviar que esto no es más que lo pasado en otros campos con la diferencia de que en otras ocasiones no acertó el energúmeno de turno, si no, recordemos el botellazo a Palop en el Vicente Calderón, el móvil a Figo en el Camp Nou, la cabeza de cerdo o las miles de botellas que cayeron ese día en ese estadio, todo lo que durante varios años tiraron a los jugadores del Sevilla en los corners de La Rosaleda y tantos y tantos ejemplos que no se pueden relatar. ¿Acaso nadie pensó que algún día podría acertar alguien y haber un herido?. Como pasa con la violencia de género, sólo nos escandalizamos cuando hay una victima. Y por supuesto, independientemente de esto, hay un culpable de toda esta situación vivida que es Manuel Ruiz de Lopera. Este señor, con ese odio desaforado que tiene al Sevilla F.C. lleva varios años insultando, vejando, mofándose de los sevillistas y del Sevilla sin obtener respuesta de mi club.Esa actitud de ignorarlo ha dado como resultado que en los dos derbies disputados en el Sánchez Pizjuán no hubiera ningún problema, ni una botella, nada. Pero tenía que liarla, porque tiene que tapar su mala gestión, tenía que desviar la atención de los béticos, ante la visita de un equipo del que se mofaba diciendo que compraba en la tienda de 20 duros, de ese equipo al que dejó el año de su centenario sin champions y al que hundió ganando la Copa del Rey el año de su centenario. Tenía que desviar la atención para que el socio del Betis no viera la diferencia abismal que existe entre ambos equipos hoy en día, títulos europeos, lucha por la liga, estructuras, etc. Estas contínuas provocaciones de Lopera vieron su culmen en la colocación de su busto en el palco, los tóxicos en el vestuario, el calentamiento de la afición el derby anterior al decir por megafonía la negativa del Sevilla a recibir el detalle del centenario. No quiero decir que con una actitud normal no hubiera habido un loco que hubiese tirado una botella, pero probablemente no hubiera habido tantos, botellazo a Alves, agresión a Del Nido en el Palco, apedreamiento de la ambulancia en la que era atendido Juande Ramos ni por supuesto el cántico de "Juande muérete" de una buena parte de la grada. Hoy Sevilla se ha levantado triste. No hemos podido disfrutar de la victoria ni "sufrir" la derrota. Nadie quería hablar de fútbol, por vergüenza, por miedo, por asco. Hay que buscar soluciones y las mías, al menos las que se me ocurren a bote pronto son: - Echar del fútbol al máximo mandatario bético, porque el fútbol es un deporte donde debe convivir la rivalidad con la competitividad y la enseñanza de valores y no tiene cabida una persona de tan poca calidad humana. - Establecer leyes duras contra el vandalismo. Sancionar duramente a los clubes por los actos de sus aficionados, no cerrando los estadios, o sólo algunos, sino jugándose los partidos a puerta cerrada, imponiendo grandes multas a todos los asistentes, ya veríamos como entre todos nos vigililábamos para que nadie haga ninguna locura. - Establecer sanciones para todos los periodistas que calientan partidos de manera gratuita con el único fin de rellenar columnas, espacios de radio o televisión. Ayer me sentí avergonzado de ser sevillano y amante del fútbol, hoy, friamente, sé que energúmenos, irracionales, locos, etc. los hay en todas partes y que ni los sevillistas, ni los béticos, ni los aficionados al fútbol tenemos nada que ver con esta gentuza.

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