Acabo de leerme el cómic oficial de la historia del Sevilla FC. Está simpático y por supuesto no puede faltar en ninguna casa sevillista y menos si en ellas hay niños, pues leyéndolo aprenderán aún más a querer esos colores que sus padres, su abuelos, sus tíos, todos los que les quieren, les han grabado en el corazón.
Me ha gustado, pero no me ha entusiasmado. Supongo que porque de chico, con 8 añitos más o menos, me regalaron un cómic de la historia de los mundiales, desde el primero jugado en 1.934 al de España en 1.982 y durante muchos años fui mi libro preferido, leyéndomelo tantas veces que casi me lo sabía de memoria. Con él aprendí la historia del fútbol y a través de las viñetas se me quedaron grabadas para siempre todo tipo de anécdotas, resultados, goles. Supongo que esperaba algo así y por eso no me ha gustado tanto como creía. Si le quitásemos los chistes (un cómic no tiene que ser siempre gracioso, para eso están los de Mortadelo y Filemón), la publicidad a cierta cadena de radio que nos trata muy mal y se repartiera mejor el espacio (demasiadas páginas dedicadas a los últimos 2 años, por mucho que hayan sido los mejores de nuestra historia), hubiera salido, para mi gusto, el cómic perfecto.
De todas formas, se lo recomiendo a todos los sevillistas, porque es otra forma de conocer, de repasar, de vivir una y otra vez, nuestra historia.
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