No quiero ni puedo creerlo. No quiero creer ni puedo creer lo que flota en el ambiente. No quiero ni puedo creer que Juande Ramos nos esté haciendo la cama.
Quiero seguir creyendo que lo de ayer fue un accidente. Un error propio de una persona que está acostumbrada a ganar y llevaba dos derrotas consecutivas. Un error no, varios, pero todo por lo mismo.
Pensar que Juande está equivocándose queriendo me parece de mal gusto.
No, es imposible. El mejor entrenador de la más que centenaria historia de nuestro club, no puede estar actuando con tanta maldad y bajeza.
Quiero creer lo que dije ayer. Quiero creer que en Londres se pierde porque nos enfrentamos a un rival de altísimo nivel, que nos desbordó con su fuerza. Quiero creer que perdimos en Barcelona (en contra de nuestro estilo) porque físicamente no había más, porque el cansancio nos tenía rotos. Y quiero creer que ayer se equivocó en la primera parte con el equipo inicial y se equivocó en la segunda cuando vio aparecer la sombra de la tercera derrota consecutiva.
Espero que sea esto último y que el sábado en Zaragoza vuelva nuestro Sevilla. Desde el entrenador hasta el último jugador. Y espero que estos casi cuatro días, no habrá más, le dé para pensar qué hacer con ciertos jugadores que no están al nivel más idóneo y que tienen jugadores en el banquillo o en la grada deseando entrar en juego.
El sábado, otra oportunidad.
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