lunes, 13 de agosto de 2007

Alves y la previa de la Champions

Quedan poco más de 48 horas para que comience uno de los partidos más importantes del Sevilla FC en los últimos años (últimamente es difícil determinar cuál es o será el más importante). Según dicen los periodistas (sigo sin escucharlo de la propia boca de Daniel), la decisión de jugar el partido es suya, sólo suya. Partiendo de la base que la credibilidad de estas declaraciones puede ser la misma que la del periodista de Telecinco que dijo que Poulsen podría estar banquillo el sábado como castigo de Juande por sus declaraciones al respecto de la posibilidad de jugar como defensa contra el Real Madrid. Tiene tomate la cosa. Yo no sé si lo hacen para desestabilizar al equipo o a la afición o por desconocimiento total de la realidad del Sevilla FC. En cualquier caso es indignante. Pero bueno, a lo que iba, si es verdad que Alves ha dicho eso y si es verdad, como aseguran en un portal de internet que Alves ya ha comunicado al club su decisión de no jugar el miércoles, estamos ante un buen embrollo. Por un lado, ¿puede un futbolista tomar una decisión así?; segundo, supongo que estará contemplado como una falta grave no sólo de régimen interno del club sino de la propia FIFA que prohibe que a un jugador con contrato en vigor negociar con otros clubes (y aunque suele ser difícil de demostrar, en este caso las pruebas serían evidentes). Espero que salvo que Daniel no juegue por decisión del propio Sevilla FC que esté interesado en la venta y no quiera que el jugador pierda valor por jugar la previa, Daniel o salga del club antes del miércoles o juegue el partido. Todo lo que no sea eso, debería ser duramente castigado por el Sevilla FC y por la FIFA. La verdad es que ya no sé si quiero que Daniel continúe. Siempre he dicho que no quiero en mi equipo a jugadores que no quieran jugar aquí. Así que para ser fiel a mis ideas debe querer que Daniel no vuelva a ponerse la camiseta de mi equipo, pero eso sí, si de mí dependiese le iba a sacar al club de destino hasta el último céntimo de la cláusula de rescisión. No se merece otra cosa.

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