martes, 28 de agosto de 2007

Un jueves de feria que duró 16 meses

27 de abril de 2.006, jueves de feria. Parecía que nunca iba a acabar ese jueves de feria. Ese jueves de feria maravilloso en el que vivíamos todos y que nunca acababa. Pero llegó el 28. Se acabó ese maravilloso día de 16 meses. 16 como el número de su camiseta. 27 como el número que llevaba cuando marcó el gol que cambió nuestra vida en el minuto 100 del año 100. Demasiadas coincidencias, demasiadas señales. Siempre que soy feliz, siempre que mi vida está llena de felicidad, tengo miedo. Tengo miedo porque siempre que la felicidad me rodea ocurre una tragedia. Eso mismo le ha pasado al sevillismo. Desde aquel día 27 de abril vivíamos en felicidad total. En una felicidad que jamás habían podido vivir otros sevillistas. Y ocurrió la desgracia. Siempre cuando ocurre algo así maldigo mis creencias religiosas. Le pregunto a Dios por qué, por qué me corta siempre la felicidad con una tragedia. Hoy, en mis sueños, me ha contestado. Me ha dicho que no me corta mi felicidad con una tragedia, sino que siempre que me va a ocurrir una tragedia me hace feliz durante una temporada para que mi corazón aguante con más fuerza. Eso es lo que Dios hizo por nosotros. Preparar nuestros corazones para esta desgracia. Prepararlos haciéndonos vivir los mejores 16 meses de nuestra historia para que nuestro corazones llenos de felicidad fueran capaces de aguantar la peor tragedia de nuestra historia (nuestra otra tragedia, la muerte de Berruezo no llegué a vivirla porque tengo justo 33 años). Ese es el único consuelo que me queda.

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